viernes, 21 de septiembre de 2012

Muñecas.

Desde pequeña mi mamá me determina como un desastre viviente, me recuerda cada día de mi vida que no cuido nada, pierdo todo y rompo lo que toque. Cuando era niña, que no fue hace mucho tiempo, solía destruir cada muñeca que abría, por eso mi mamá determinó, que la solución es que las mantuviera ahí metida en su cajita, todas arregladitas sin que yo pudiera jugar con ellas. 

Sí, habían muchas muñecas que si abría, y adivinen qué, terminaban sin cabeza o sin un brazo o mejor, con el cabello planchado sin importar que su cabello fuera de plástico y se derritiera. Pero esas muñecas que ahora están destruidas fueron las que me acompañaron en momentos difíciles, fueron con las que llore, reí, jugué, muñecas destrozadas por mi misma que ahora no sé ni donde están. No se si las regalaron y ahora alguien las quiere así feas como las dejé. Dudo que la solución sea abrir otra, ni seguir hablando de esta entrada como si de verdad extrañara mis muñecas. 

Como quisiera que solo en mi vida hubiera destrozado muñecas, cosas de plástico que no sienten. Pero sí, esa soy yo que puedo decir, cometo errores y siempre cuando voy a ver es demasiado tarde. Prefiero las muñecas que destrocé que las 100 que me faltan por abrir, lo malo es que a veces las muñecas encuentran otra niña con quién jugar y ya no puedo hacer nada al respecto.